CABEZA
2025
Esta pieza surge a partir de un fragmento de escombro recolectado en los montes de Hermosillo. El material, detrito proveniente de la ciudad y arrojado al entorno natural, se encuentra encapsulado en resina sintética junto con restos orgánicos como insectos, caracoles, una cola de lagartija y mudas de serpiente. La resina actúa como una membrana que conserva y suspende estos elementos en un estado intermedio entre la descomposición y la permanencia. La escultura propone una reflexión sobre los ciclos de “vida”, donde la fugacidad de lo orgánico y la ruina se entrelazan y se transforman mutuamente.